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16.8.13

La palabra

PERSONAJES

Letras | Rodolfo Mondolfo, autodefinido como “pensador a secas”, discurre sobre qué estampar en el frente de una remera, en la casa de tatuajes Opuï, en Resistencia. La elección de vocablos y expresiones es al mismo tiempo descubrimiento. Y también invención. 

Marcos Salomón

Rodolfo Mondolfo, “pensador a secas”, apura el paso para que no lo alcance Mitre. Cuando parece una tarea imposible. Se mete en un negocio negro y rojo llamado Opuï, palabra guaraní que significa “espacio de culto”. Obviamente el creador del diario La Nación no iba a entrar; teme que los fantasmas del pasado reclamen su venganza.
Ya adentro, se encontró con una roquería –no lo hagan responsable a este “pensador a secas” por la castellanización, cúlpenlo a Fito Paniagua-, casa de tatuajes y la mística que viene desde el origen de su nombre.
No supo bien por qué tal obsesión, pero encargó una remera con sólo una palabra estampada en el frente: Androcentrismo (visión del mundo y de las relaciones sociales centrada en el punto de vista masculino, según la Real Academia Española), maldito vocablo que leyó en alguna incursión por la Red: http://vademecumdelcorrector.blogspot.com.ar.
En la espalda encargó estampar: Es una mierda.
Mientras esperaba que Vero-violencia Rivas y Gus-paz y amor, terminaran el estampado, Rodolfo tomaba una fresca (trans)nacional y popular con Fede-Boli y Migue-tatucanoso y leía la revista Caras y Caretas, casi sin poder creer lo que leía.
Mucama, que quiere decir “esclava que es amante de su señor”. Alberto Pepe Robles, director de Investigaciones del Instituto del Mundo del Trabajo “Julio Godio”, explica que la palabra viene desde que “España impuso un sistema colonial racista según la ‘limpieza de sangre’. El 20% de la población, integrada por españoles y criollos, tenía la ‘sangre limpia’ y no debía trabajar. El 80% restante (indios, negros, mestizos, mulatos, etc.) debía trabajar como siervos y esclavos”.
Indignado, Rodolfo pidió otra remera, esta vez con la leyenda: Ni una mujer para mucama.
Henchido en un feminismo recién descubierto, Rodolfo cayó en la cuenta que, en este día, aún no había inventado una palabra. Y antes de que la cantidad de cerveza se convirtiese en un equipo de fútbol, realizó su último encargo: estampar sobre una remera blanca, que supere el desafío de la blancura, y en letras doradas: Culifatilafoi
Sus interlocutores no sabían si reírse o pasar por la fea sensación de tener que admitir que no sabían de la existencia de tal palabra. Nuestro “pensador a secas”, rápido de reflejos, desmenuzó la palabra para oídos incrédulos:
Culi o Culí: puede ser el apelativo utilizado para designar a los cargadores y trabajadores sin especialización de la India, China y otros países asiáticos
Fati: podría derivar de Amor fati, que es una frase latina que se traduce como “amor del destino” o “el amor al destino”, que no es lo mismo. Se utiliza para describir la actitud de quien ve todo cuanto le sucede en la vida, incluido el sufrimiento y la pérdida, como positivo.
Lafoi: que, en realidad, viene de la foi, que en francés significa la fe.
Orgulloso, aunque medios trastabillando –como espantando pollos– Rodolfo sale de Opuï con sus tres remeras y jurándose nunca revelar su atroz secreto: el significado de culi y fati, lo choreó sin escrúpulos de Wikipedia y, casualmente, descubrió, usando el traductor de Google, que la foi en francés es la fe en español.
Se rió, porque el secreto era aún peor y no podía con su conciencia. Culifatilafoi era la expresión que usaba su tío Tatalo, un judío renegao, mientras sus manos hacían la señala de la cruz, dirigiéndose a los gurises cristianos que en la lejana Picadita formoseña pedían su bendición.

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